miércoles, 5 de diciembre de 2007

d'onofrio

ana sofía ha salido a tomar un helado porque la tarde estaba soleada y en su casa no había mayor cosa que pueda hacer. pasó por varias avenidas, buscando al heladero y el sitio para comerlo a la vez. hubiera sido menos complicado si hubiera decidido ir a una heladería, pero de pragmática no tiene nada estos días.

siguió caminando y encontró por infinita vez los olivos fronterizos. saltó al pasto y empezó a buscar una banca. supuso que si hallaba el lugar ideal para el helado de la tarde soleada, aparecería por allí el sonido de la corneta d'onofrio.

no habían bancas.

todas y cada una habían sido invadidas por nanas de mandiles de colores, abuelas grises y parejas. sí, parejas de mil colores pastel que se tomaban de las manos y se miraban como si en sus caras hubiese alguna respuesta a algo. los odió, no porque se quisieran, sino por la demostración pública de esto. dio un par de vueltas más cuando la vio.

una banca vacía.

la vista no era tan buena, otra pareja se estaba correteando y riendo, pero era una banca y eso era lo que contaba. se sentó feliz de su terquedad y esperó la corneta.

dos minutos más tarde, invadieron su banca. ana sofía guardó sus cosas como un reflejo, se levantó y se fue.

sentada en el pasto, notó que el sol ya se había ido.

ana maría se queda ahí a esperar la corneta.