lunes, 11 de junio de 2007

anti-postal

2.

Amalia lleva un vestido de flores que compró meses después de que falleciera su esposo. Nunca le dijo qué hacer cuando se quedara sola, por lo cual luego de ese día, Amalia actúa como si él estuviese de viaje. Los hijos, los 2 que llegaron a tener, hace mucho se habían perdido. Nadie sabe por dónde ni por qué, sólo que cuando llegaba alguna noticia de ellos, por lo general no era buena y Amalia prefería recluirse en su casa. Hace pocas semanas, habían vuelto. Ella se había vuelto una puta de chiquero. Él seguía siendo un pájaro carterista. No era esto lo que imaginaba cuando era pequeña y le dijeron que se iban a mudar. Dejó su jardín de geranios y fueron a vivir a esta quinta de puerta angosta, en la que ahora ella vivía casi sola. No pasó mucho antes de que su rutina fuera bruscamente cambiada. En el cuarto contiguo, cuando creía que Amalia dormía, entraban hombres extraños a manosearla, a corrérsela sobre su pecho, a llenarle la boca hasta sentir arcadas. Amalia lo sabía. Tenía 64 años. Había tenido 2 hijos. No había nacido ayer.
Desde que llegaron nunca había podido tomar una siesta completa. Si no era los gemidos y el golpe de las carnes, era la respiración asustada y la puerta azotada. Nunca supo quién perseguía a su hijo. Esa mañana los dos habían salido.

Tomó la media mañana y a la 1 decidió almorzar en el chifa de la esquina. Salió. Miro la fachada de la quinta, que no era más que una pared con una puertecita al lado izquierdo.Volvió entrar. Preparó una solución jabonosa y cogió la esponja verde nueva. No pensó en su vestido. Ni en la chompita blanca que se acaba de poner para salir a comer. Abrió su puerta y empezó a frotar la pared mecánicamente. De arriba a abajo. De izquierda a derecha. En línea recta y en diagonal.

La ví salir con su balde, su vestido floreado, su chompita blanca, su piel carbón, su pelo corto ensortijado.

No volvió a ver a sus hijos. Lo único que quedó de su estadia es la pared aún más descascarada donde antes del balde y la esponja decía: "Aquí viven negros de mierda".