sábado, 30 de junio de 2007

desayuno ideal

rafael camina seguro y se sabe atractivo. se ha puesto la camisa nueva y la colonia tan varonil de su padre. ha estacionado el carro de su madre dos cuadras más abajo. recién afeitado y con el terno recién alisado, se sabe mejor, se adivina admirado por las señoras recatadas que no pueden evitar que los ojos se les desvíen un poco del cappuchino con crema y el plato de crépes suchard que tienen adelante. sabe que el amarillo le sienta bien. anota para la siguiente salida, usar los gemelos dorados de forma cuadrada, en lugar de estos de irregular diseño. pasa la mano por sus suaves cabellos, pasa la lengua por sus delicados labios. compra un periódico en inglés y se sienta en la terracita. el mozo, algo angustiado por su presencia, se acerca y duda antes de abordarlo. rafael lo mira desdeñoso.

- señor, disculpe, atendemos a los proveedores sólo de 7 a 8 y por la puerta del costado.
- vengo a consumir.

sin más, le quita la mirada. el mozo, más confundido aún por su presencia, no se inmuta y queda parado, totémicamente, a su lado. rafael vuelve la mirada hacia las palmeras, recoge su periódico, se acomoda los raídos puños del saco y la percudida camisa. sube en el bocho. lejos. muy lejos.