viernes, 23 de marzo de 2007

imposibilidad de asistencia

Cierto hombre pelado cruza la puerta. Inmediatamente, 29 personas entran a un mismo espacio. Los miro desde mi banquita y desde abajo, discuto con mi interlocutor del momento si debemos entrar a la hora debida o si aún hay tiempo de ir por un café o ir a darle una mandarina al elefante que está cruzando la pista.

Decidimos ir porque un varón nos informó que había ascensor y que éste era parlante. Subimos al cuarto piso y bajamos uno por uno para que nos informe con su moderna voz de que estábamos -¡oh, sorpresa!- ya en el segundo piso y que a pocos pasos, estaría ya desarrollándose la clase. Ya es hora.

A mi lado, hay un chico pelucón que juega con sus rulos i juega michi solo. A mi otro costado, un chico calvito dibuja rostros y piernas sin dueño. Al frente, el señor peladito nos cuenta las peripecias que han pasado para que nosotros podamos tener un libro de Saussure. Ya lo he escuchado antes. Dormito un poco. Nota mental: relacionar el verbo "dormitar" con el adjetivo "malo". Recordar siempre: "dormitar es malo".

Salí a comprar algo que tenga azúcar, lavarme la cara y jugar a las escondidas. Me encontré con alguien que no me buscaba y conversamos un rato. Llegó el chico que dibujaba y chismeamos un ratito. Luego, ya era hora de partir. No sin antes ver a un pingüino con su amada y pensar que así se debe ver la felicidad.