jueves, 29 de marzo de 2007

río abajo

Dice Mayu que cuando era niña gustaba de hacer castillos de naipes encerrada en su cuarto. No era muy sociable que digamos. Cuando empezó a ir al colegio, hacía castillos de bolígrafos, lápices y plumones. Un día llegó muy cerca al techo, o al menos eso me contó uno de sus compañeros de clase. Yo no le creo. En la universidad, los hacía de lo que encontraba a mano, siempre y cuando tenga una gran probabilidad de caerse y esparcirse en mil pedazos por doquier. Esa era una de las principales razones por las que lo hacía: eventualmente lo contruido con tanto cuidado, tendría una espectacular caída en la cual todo saldría volando. Esto valía la pena.

Un mal día, Mayu se enamoró.